miércoles, 23 de abril de 2014

REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA EN CLASE DE "EL PERRO DEL HORTELANO"


1. ESCENA PRIMERA

Teodoro / Tristán / Diana / Fabio/ Octavio

Salen TEODORO y TRISTÁN; vienen huyendo

 
TEODORO:          Huye, Tristán, por aquí.
TRISTÁN:       Notable desdicha ha sido.
TEODORO:       ¿Si nos habrá conocido?
TRISTÁN:       No sé; presumo que sí.
 
Vanse.  Sale DIANA
 
DIANA:            ¡Ah gentilhombre!, esperad.               
               ¡Teneos, oíd! ¿qué digo?
               ¿Esto se ha de usar conmigo?
               Volved, mirad, escuchad.
                  ¡Hola! ¿No hay aquí un crïado?
               ¡Hola! ¿No hay un hombre aquí?   
               Pues no es sombra lo que vi,
               ni sueño que me ha burlado.
                  ¡Hola! ¿Todos duermen ya?
 
Sale FABIO


FABIO:         ¿Llama vuestra señoría?
DIANA:         Para la cólera mía                  
               gusto esa flema me da.
                  Corred, necio, enhoramala,
               pues merecéis este nombre,
               y mirad quién es un hombre
               que salió de aquesta sala.                 
FABIO:            ¿De esta sala?
DIANA:                           Caminad,
               y responded con los pies.
FABIO:         Voy tras él.
DIANA:                      Sabed quién es.
FABIO:         ¿Hay tal traición, tal maldad?
 

Vase.  Sale OTAVIO
 
OTAVIO:           Aunque su voz escuchaba,                       
               a tal hora no creía
               que era vuestra señoría
               quien tan aprisa llamaba.
DIANA:            ¡Muy lindo Santelmo hacéis!
               ¡Bien temprano os acostáis!           
               ¡Con la flema que llegáis!
               ¡Qué despacio que os movéis!
                  Andan hombres en mi casa
               a tal hora, y aún los siento
               casi en mi propio aposento;                       
               que no sé yo dónde pasa
                  tan grande insolencia, Otavio.
               Y vos, muy a lo escudero,
               cuando yo me desespero,
               ¿ansí remediáis mi agravio?    
OTAVIO:           Aunque su voz escuchaba,
               a tal hora no creía
               que era vuestra señoría
               quien tan aprisa llamaba.
DIANA:            Volveos; que no soy yo;                        
               acostaos; que os hará mal.
OTAVIO:        Señora...
 

2. ESCENA SEGUNDA

Diana/ Anarda/ Marcela


DIANA:            En efeto, ¿es mi crïado?
ANARDA:        Sí, señora.
DIANA:                    ¿Quién?
ANARDA:                            Teodoro.
DIANA:         ¿El secretario?
ANARDA:                            Yo ignoro                     
               lo demás; sé que han hablado.
DIANA:            Retírate, Anarda, allí.
ANARDA:        Muestra aquí tu entendimiento.
DIANA:         (Con más templanza me siento,          Aparte
               sabiendo que no es por mí.)                
 
                  Marcela...
MARCELA:                      Señora...
DIANA:                                  Escucha.
MARCELA:       ¿Qué mandas? (Temblando llego.)        Aparte
DIANA:         ¿Eres tú de quien fïaba
               mi honor y mis pensamientos?
MARCELA:       Pues ¿qué te han dicho de mí,  
               sabiendo tú que profeso
               la lealtad que tú mereces?
DIANA:         ¿Tú, lealtad?
MARCELA:                    ¿En qué te ofendo?
DIANA:         ¿No es ofensa que en mi casa,
               y dentro de mi aposento,                          
               entre un hombre a hablar contigo?
MARCELA:       Está Teodoro tan necio
               que donde quiera me dice
               dos docenas de requiebros.
DIANA:         ¿Dos docenas?  ¡Bueno a fe!             
               Bendiga el buen año el cielo,
               pues se venden por docenas.
MARCELA:       Quiero decir que, en saliendo
               o entrando, luego a la boca
               traslada sus pensamientos.                        
DIANA:         ¿Traslada? Término extraño.
               ¿Y qué te dice?
MARCELA:                        No creo 
               que se me acuerde.
DIANA:                             Sí hará.
MARCELA:       Una vez dice, "Yo pierdo
               el alma por esos ojos."                           
               Otra, "Yo vivo por ellos;
               esta noche no he dormido,
               desvelando mis deseos
               en tu hermosura." Otra vez
               me pide sólo un cabello                    
               para atarlos, porque estén
               en su pensamiento quedos.
               Mas ¿para qué me preguntas
               niñerías?
DIANA:                   Tú a lo menos
               bien te huelgas.
  
 
3.  ESCENA TERCERA 

Diana/ Teodoro/ Tristán
 
DIANA:            Teodoro
TEODORO:                    (La misma es.)        Aparte
DIANA:         Escucha.
TEODORO:                A tu hechura manda.
TRISTÁN:       (Si en averiguarlo anda,           Aparte
               de casa volamos tres.)
DIANA:            Hame dicho cierta amiga                        
               que desconfía de sí
               que el papel que traigo aquí
               le escriba.  A hacerlo me obliga
                  la amistad, aunque yo ignoro,
               Teodoro, cosas de amor;                           
               y que le escribas mejor
               vengo a decirte, Teodoro.
                  Toma y léele.
TEODORO:                        Si aquí,
               señora, has puesto la mano,
               igualarle fuera en vano,                          
               y fuera soberbia en mí.
                  Sin verle, pedirte quiero
               que a esa señora le envíes.
DIANA:         Léele.
TEODORO:              Que desconfíes
               me espanto: aprender espero                       
                  estilo que yo no sé;
               que jamás traté de amor.
DIANA:         ¿Jamás, jamás?
TEODORO:                      Con temor
               de mis defetos, no amé;
                  que soy muy desconfïado.                  
DIANA:         Y se puede conocer
               de que no te dejas ver,
               pues que te vas rebozado.
TEODORO:          ¡Yo, señora! ¿Cuándo o cómo?
DIANA:         Dijéronme que salió                 
               anoche acaso, y te vio
               rebozado el mayordomo.
TEODORO:          Andaríamos burlando
               Fabio y yo, como solemos,
               que mil burlas nos hacemos.                       
DIANA:         Lee, lee.
TEODORO:                 Estoy pensando
                  que tengo algún envidioso.
DIANA:         Celoso podría ser.
               Lee, lee.
TEODORO:                 Quiero ver
               ese ingenio milagroso.                            
 

  
Lee

              "Amar por ver amar, envidia ha sido; 
               y primero que amar estar celosa 
               es invención de amor maravillosa, 
               y que por imposible se ha tenido.
                  De los celos mi amor ha procedido              
               por pesarme que, siendo más hermosa, 
               no fuese en ser amada tan dichosa,
               que hubiese lo que envidio merecido.
                  Estoy sin ocasión desconfïada, 
               celosa sin amor, aunque sintiendo:                
               debo de amar, pues quiero ser amada.
                  Ni me dejo forzar ni me defiendo; 
               darme quiero a entender sin decir nada:
               entiéndame quien puede; yo me entiendo."
 
 
 
4. ESCENA CUARTA
 
Diana / Anarda/ Marcela/ Tristán / Teodoro  
 
 
 
[ANARDA y DIANA oyen, escondidas tras una cortina, lo que dicen MARCELA, TEODORO y TRISTÁN]
 
ANARDA:        (¿Desto gustas?
DIANA:                        Vengo a ver                        
               lo poco que hay que fïar
               de un hombre y una mujer.)
TEODORO:          ¡Ay! ¡Qué me has dicho de afrentas!
TRISTÁN:       Yo he salido ya, con veros 
               juntar las almas contentas;                       
               que es desgracia de terceros 
               no se concertar las ventas.
MARCELA:          Si te trocare, mi bien, 
               por Fabio ni por el mundo, 
               que tus agravios me den                           
               la muerte.
TEODORO:                 Hoy de nuevo fundo,
               Marcela, mi amor también;
                  y si te olvidare, digo
               me dé el cielo en castigo
               el verte en brazos de Fabio.                      
MARCELA:       ¿Quieres deshacer mi agravio?
TEODORO:       ¿Qué no haré por ti y contigo?
MARCELA:          Di que todas las mujeres 
               son feas.
TEODORO:                 Contigo, es claro.
               Mira qué otra cosa quieres.                
MARCELA:       En ciertos celos reparo, 
               ya que tan mi amigo eres; 
                  que no importa que está aquí 
               Tristán.
TRISTÁN:                 Bien podéis por mí, 
               aunque de mí mismo sea.                    
MARCELA:       Di que la condesa es fea.
TEODORO:       Y un demonio para mí.
MARCELA:          ¿No es necia?
TEODORO:                        Por todo extremo.
MARCELA:       ¿No es bachillera?
TEODORO:                           Es cuitada.
 
DIANA:         (Quiero estorbarlos; que temo                     
               que no reparen en nada, 
               y aunque me hielo, me quemo.
ANARDA:           ¡Ay señora! No hagas tal.)
TRISTÁN:       Cuando queráis decir mal 
               de la condesa y su talle,                         
               a mí me oíd.
DIANA:                      (¡Escúchalle!  
               ¿Podré desvergüenza igual?)
 
TRISTÁN:          Lo primero...
DIANA:                             (Yo no aguardo
               a lo segundo; que fuera
               necedad.)
MARCELA:                 Voyme, Teodoro.  

 
TRISTÁN:       ¡La condesa!
TEODORO:                   (¡La condesa!)         Aparte
DIANA:         Teodoro...
TEODORO:                 Señora, advierte...
TRISTÁN:       (El cielo a tronar comienza:       Aparte
               no pienso aguardar los rayos.) 
  


lunes, 21 de abril de 2014

DÍA DEL LIBRO 2014 GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


               

UN CUENTO: LA LUZ ES COMO EL AGUA



LIBROS QUE HAY QUE LEER ESTE VERANO: